Perpetuemos el mismo ejercicio,
Ya que de he perdido mi juicio.
El juego sin final, dulce y amargo,
De extender tu trampa y yo caigo.
Porque de cada desatino y perdida,
Puedo rescatar un poco de mi alma.
De cada apuesta y de mano en mano,
Esa alma prisionera la voy recuperando,
La que
se fue contigo lejos de mi cuerpo blando.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Comentar es un incentivo para el autor